Sobre Margarita Meira y Raúl Castells

Publicado en Página/12

A los políticos, policías y jueces de Argentina yo les recomendaría una lectura urgente, la de un libro que se llama Los miserables y que ha sido escrito por un francés cuyo nombre, Victor Hugo, quizá hayan oído alguna vez. Ahí se cuenta la historia de un hombre que pasó casi toda su vida en la cárcel por haber robado un pan. Me dirán los políticos, policías y jueces de Argentina que eso son cosas que sólo pasan en las novelas y que en el país de la pampa nunca semejante barbaridad podría ocurrir. Puede que sí, quién soy yo para dudar de la palabra de personas tan respetables, unas que hacen las leyes, otras que se encargan de hacerlas cumplir. Pero, si no me equivoco demasiado, están pasando cosas en Buenos Aires que empiezan a parecerse peligrosamente a las desgracias de Jean Valjean. Estoy seguro de que si Victor Hugo estuviera vivo se interesaría por los casos de Raúl Castells, liberado de la prisión hace un par de semanas tras una huelga de hambre de 61 días, por haber armado una manifestación frente a McDonald’s exigiendo “hamburguesas para todos” (en un país con la mejor carne del mundo). Y de Margarita Meira, presa desde hace más de un año por haber protestado frente al edificio de la Legislatura contra la prohibición de las ventas ambulantes. Crímenes gravísimos como se ve. Yo sé que los políticos, los policías y los jueces en general, y los de Argentina no son la excepción, no tienen a los escritores en mucha consideración, pero tratándose de Victor Hugo, no de mí que soy un pobre diablo, quizá sean capaces de preguntarse unos a otros qué es lo que están haciendo. Y quizá llegar a la conclusión de que para Jean Valjean ya basta, no vaya a ser que un escritor argentino escriba la versión argentina de Los miserables. Protagonistas ya los tiene, se llaman Margarita Meira y Raúl Castells. Por favor, señores, por favor.

2 comentarios:

Soledad Pascual dijo...

Con todo respeto: Creo que usted no conoce bien la historia de Raul Castells. No es para nada representante del pueblo ni del hambre argentino.
Todo lo contrario.

Andres dijo...

Soledad es el nombre que deberíamos tener cada habitante de nuestra tierra. Soledad por no poder asociarnos, relacionarnos, revolucionarnos. Cobarde somos desde el momento en que nacemos y nunca nos desprendemos de nuestro seno materno. Creo que el hambre es meritorio, mientras solo esperamos siempre acciones de los demás. Cobardemente criticamos y no hacemos nada. Hábilmente nos dan libertad para expresarnos y así nos apagamos. Cobarde es el que alza la bandera de un revolucionario y no hace nada. Humillado debería sentirse quien dejó la vida por sus ideales para ver su cara en manos de cobardes inútiles embanderados, solo para mostrar en una plaza y luego satisfechos la guardan en el rincón más inaccesible de su casa. ¿Quién conoce la verdadera historia? ¿Quién conoce la verdad? Escribir es de cobardes. Criticar es de mediocres. Vivir es de inútiles. Me incluyo en todas ellas, pero aún, con la ingratatiud de saberlo.